Hoy en día muchos aun piensan que costear la realización de un cortometraje en nuestro país es poco menos que la reunión de unos pocos amigos en un escogido escenario, al abrigo de un director de orquesta cuya mágica tutela es capaz de condensar una determinada idea, demanda o historia, y conseguir que fructifique en forma de un cortometraje. Nada más lejos de la realidad y de eso es consciente el propio sector.
Se obvia a menudo, que en todo proceso creativo, como es la cinematografía, la gestación de un posible proyecto para que pueda finalmente ver la luz, está llena, al margen de las propias inherencias que alberga un trabajo de esta naturaleza, antes si bien, de escollos económicos. Entre estos, cabe señalar, una vez reunido el número de personas que se van a necesitar, la ingenua vaguedad de pensar que se obvia el cobro de las personas trabajando en tal empresa, siendo compensado de algún modo por el resultado, la difusión, la valoración y la publicidad que alcance la producción en los certámenes o eventos a los que vaya. O dicho de otra manera, no hay que dar de alta a nadie ni registrarse en institución alguna puede parecer algo inocuo y normal, salvo que además de no generar industria y navegar por una economía escurridiza es ilegal.
Cierto es que todavía y principalmente entre aquellos que dan sus primeros pasos en el mundo cinematográfico, se pasa por alto esa realidad, la necesidad, y obligatoriedad de sufragar los gastos de las altas en la Seguridad Social de todo el equipo que participe en dicha producción de acuerdo con la legislación española, además de todos los aspectos relacionados con el proceso de creación: material, cámaras, permisos, rodaje, montaje, etc., cuestiones todas ellas que encarecen sobremanera un presupuesto que lamentablemente no todo el mundo puede asumir. Y no es algo baladí sumirse a la regla legal de la industria pues no en vano las subvenciones, ayudas y demás prebendas que puedan o no percibirse pasan por ceñirse a los plazos suscritos que suele marcar el ICAA, además de otras de carácter público o privado y a otros factores que puedan incluirse a la hora de sumar en lo que se refiere a la concepción del producto final, sin añadir las que se pueden derivar por la vía de la distribución. Cifras, que sólo en lo que atañe a tales circunstancias puede perfectamente ascender a unos veinte mil euros.
Planteada esta realidad, veamos un desglose de gastos aproximados a los que todo productor debe enfrentarse a la hora de poner en marcha un cortometraje:
- Alta en autónomos el mes de rodaje (al menos un mes durante el rodaje y un mes de posproducción): 560€
- Gestoría y altas del resto del equipo: 2.000€
- Gastos de producción e imprevistos: 2.500€
- Gastos de distribución: 2.500€ un año por agencia + 1.000€ segundo año por nuestra cuenta.
Con estos gastos fijos aproximados, un cortometraje de bajo presupuesto español pero realizado profesionalmente y con legalidad, con un año de distribución por agencia, tiene un coste aproximado de 8.560€. Si bien, la media en España viene siendo, como comentábamos anteriormente, de unos 20.000€.
Ante esta realidad, cabría pensar en la alternativa no legal, pero estaríamos remando en contra del crecimiento del propio sector, por lo que, una vez más, se hace, completamente necesario, optar a las ayudas públicas y privadas tanto a proyecto como a corto realizado.
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Cristina López - FilmFestFriend
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