El Covid-19 ha supuesto un cambio fundamental en nuestras vidas a nivel mundial, y la cultura, como el resto de los sectores, se ha visto profundamente afectada, pero, ¿en qué podemos traducir este impacto?
Esta crisis del Covid-19 ha supuesto un impacto no solo a nivel económico, sino también a nivel social, no en vano, la cultura está considerada como un bien de primera necesidad en países como Francia, pero, para ser más concretos, podemos hablar de dos ramas, una la social que afecta al consumo de cine por parte de los espectadores, y otra, y como consecuencia fundamental de ésta, una rama económica.
Si bien es cierto que la industria cinematográfica no ha sufrido un cese total, ya que sectores como el de la distribución han seguido funcionando de manera telemática, trabajando en los próximos proyectos, así como muchas de las fases de preproducción, los rodajes se han parado por completo, al igual que los estrenos en salas, contemplando un escenario de inquietud, dado que ante la incapacidad de establecer fechas próximas de estrenos, la mayor pare de las distribuidoras están con la mente puesta a la vuelta de vacaciones, pues sabemos que en verano desciende el número de asistentes a las salas de cine, y por tradición, los estrenos que se suelen colocar en los meses de julio y agosto corresponden al género de comedia.
Esta situación hace que nos vayamos a encontrar con el estreno de más películas de lo habitual en las mimas fechas, esto es, a partir de septiembre, ya que retrasar un año un estreno puede ser contraproducente, pues la película se vuelve, irremediablemente “vieja” a ojos del espectador.
De este modo, aterrizaremos de nuevo en septiembre, si esta situación internacional del Covid-19 mejora, con multitud de estrenos que van a tener que competir entre ellos, lo que significa una lucha a nivel cultural que rema en contra de la misma, ya que las estadísticas de afluencia al cine, muestran que en España, 7,4 de cada 10 menores de 25 años van a las salas por lo menos una vez al mes, mientras que los mayores de esa edad van incluso menos veces, por ello, podemos imaginarnos la dura competencia que se va a instaurar en las carteleras.
Esto no solo va a suponer, por tanto, un retraso en la actividad cinematográfica en cuanto a estrenos en salas se refiere, y por tanto un descenso en los ingresos, sino una lucha que conllevará pérdidas importantes que no solo tendrán su impronta en las películas que se estrenen a finales de año, sino en las empresas del sector, quienes no solo verán caer sus beneficios, sino que esta caída supondrá un lastre de cara al 2021 y a la adquisición de nuevos proyectos y a la puesta en marcha de los mismos.
Por esta razón, la industria cinematográfica, necesitará de un empuje esencial que permita mantener la situación que hasta ahora veníamos viviendo, y no una crisis como la que se vivió en a lo largo del 2012 y 2013, cuando muchas empresas asociadas a la industria cinematográfica tuvieron que cesar su actividad.
La próxima semana hablaremos de algunos de los estrenos que se han visto afectados por el Covid-19 y si hay ya nuevas fechas de estreno.
Mientras tanto, el consumo de contenido en casa, se ha visto impulsado por esta necesaria reclusión. Podemos decir que la nevera y la televisión son los dos aparatos más demandados en estos días.
Cristina López - FilmFestFriend
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