Con la Covid-19 ha empezado a contemplarse la vuelta a los autocines, esas salas de cine al aire libre que habían perdido presencia en los últimos años y que ahora se valora como una opción alternativa a las salas de cine convencionales.
Cuando hablamos de autocine, a la mayoría nos viene a la cabeza esas imágenes tan recurrentes en las películas norteamericanas, de coches y coches en hilera para ver una película en pantalla grande con la intimidad que confiere tu propio vehículo. Sin embargo, aunque esta ventana de explotación también tuvo su espacio hace años en nuestro país si bien no con el éxito de Estados Unidos, en las últimas décadas se han ido cerrando la mayoría de ellas, quizá por la suma de muchos componentes, pero también por una cuestión cultural.
A comienzos de este año, los autocines abiertos en España se podían contar con los dedos de la mano, pero en los últimos días no paran de llegar noticias sobre nuevas fórmulas, como un autocine ambulante en Galicia, o la apertura del mayor autocine de Europa en Alicante esta misma semana.
Sin lugar a dudas, es una nueva fórmula que muchos exhibidores se están planteando, dado que la apertura de las salas de cine se ve una tarea complicada viendo las limitaciones de aforo que se van a establecer para garantizar la seguridad social de cara al Covid-19. Sin embargo, cabe preguntarse dos cosas fundamentales; una de ellas radica en en espectador, esto es, ¿es el espectador español un público fiel a este tipo de proyecciones? y por otro lado a nivel negocio, ¿qué inversión económica supone poner en marcha un autocine?
En el caso del espectador, como hemos señalado anteriormente, el mercado español nunca ha sido gran amigo de este formato, como puede haber experimentado el público estadounidense, y aunque entre los 60 y los 70 era mucho más frecuente poder acudir a un autocine ya que el número era mucho más amplio que ahora, en este último año solo encontramos seis autocines asentados en España, lo que sin duda nos hace pensar que puede tratarse de un formato complicado para el público español. No obstante, este público puede encontrar en el autocine, dado el escenario social y político que estamos viviendo, la opción de poder disfrutar en pantalla grande los estrenos que se vayan marcando en el calendario. Un calendario que será más que complicado tanto para productores como exhibidores.
Por otro lado, a nivel negocio, supone una inversión mucho menor de lo que conlleva la puesta en marcha de una sala de cine tradicional. En otra ocasión hablaremos de los costes que supone abrir una sala de cine, un tema que sabemos interesa sobremanera a muchos.
Un autocine, lleva adheridos unos gastos básicos como cualquier otro negocio abierto al público con sus respectivos seguros, gastos de luz, personal, etc. Sin embargo, lo más habitual es encontrarse con un autocine que solo proyecta películas los fines de semana o determinados días, lo que reduce considerablemente el coste de mantenimiento, pudiendo poner en marcha un autocine desde unos 10.000€, lo que sin duda abre diferentes opciones para que los festivales puedan seguir desarrollándose, eso sí, de una manera diferente.
Por otro lado, cabría preguntar a los directores qué les parece que sus películas se pudieran estrenar en un autocine, históricamente una “sala” no muy bien considerada en la industria. En este sentido, nos gustaría contar con vuestras opiniones, así que os animamos a que participéis.
Cristina López - FilmFestFriend
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